Miles de personas se movilizaron este fin de semana en más de 1,400 ciudades de Estados Unidos, así como en capitales internacionales como Londres, París y Berlín, en el marco de las protestas nacionales e internacionales conocidas como “¡Manos fuera!” (Hands Off!). El movimiento surgió como respuesta a las reformas agresivas implementadas por la administración Trump, en colaboración con el empresario Elon Musk, quien actualmente dirige el polémico Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).
Los manifestantes criticaron recortes profundos en programas sociales, despidos masivos de empleados públicos y la imposición de nuevas políticas migratorias que, según líderes comunitarios, están generando miedo y desprotección en millones de hogares. Además, se cuestiona el poder e influencia que Musk ha adquirido en la estructura gubernamental sin haber sido electo por voto popular.
Recortes, despidos y miedo a las redadas

Entre las medidas más señaladas se encuentra la eliminación de más de 200,000 empleos federales, la reducción de recursos para programas como Medicaid y Seguridad Social, y el endurecimiento de la política migratoria. En muchas ciudades, las protestas se tornaron especialmente intensas por el temor generalizado a redadas masivas, detenciones arbitrarias y deportaciones aceleradas, incluso en comunidades con estatus legal regular.
“La administración no solo ha desmantelado la protección social, también ha sembrado el miedo como estrategia de control”, señaló Carla Andrade, investigadora del Instituto de Estudios Sociales Latinoamericanos en Chicago.
Presencia activa de la comunidad latina
La participación latina fue particularmente visible en estados como Texas, California, Florida, Arizona, Illinois y Nueva York. En Washington D.C., Greisa Martínez Rosas, directora ejecutiva de United We Dream, se dirigió a los asistentes con un mensaje que rápidamente se viralizó: “Soy inmigrante, soy indocumentada, sin miedo, queer y sin vergüenza”. Su discurso fue aplaudido por miles de manifestantes que portaban pancartas con mensajes como “Ningún ser humano es ilegal” y “El pueblo unido jamás será vencido”.

En ciudades como San Antonio, El Paso y Phoenix, los manifestantes reclamaron protección para las familias trabajadoras y el fin de lo que consideran “una cacería de migrantes”. En Miami y Doral, donde residen miles de venezolanos bajo programas como TPS, se realizaron vigilias y protestas frente al resort de Trump exigiendo que no se suspenda su protección legal.
“No es solo una marcha, es un grito colectivo de dignidad”, dijo Jesús Fernández, organizador comunitario en Houston. “La comunidad latina está en pie no solo por los suyos, sino por el país entero”.
Solidaridad más allá de fronteras
Además de la masiva participación en Estados Unidos, se registraron movilizaciones en ciudades de Europa y América Latina. En México, grupos universitarios y organizaciones de derechos humanos organizaron actos simbólicos en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, en solidaridad con los latinos residentes en EE.UU.
La respuesta del gobierno
Mientras se desarrollaban las marchas, el presidente Trump se encontraba en su campo de golf en Florida. La Casa Blanca emitió un breve comunicado calificando las protestas como “acciones teatrales organizadas por sectores radicales que se niegan a aceptar los cambios que el país necesita”.

La vocera del gobierno defendió las reformas, afirmando que “los recortes permitirán un gobierno más eficiente y centrado en los verdaderos ciudadanos”. También acusó a algunos estados de “malgastar recursos” al proteger a inmigrantes sin documentos.
Una señal de lo que viene
Para muchos analistas, esta movilización masiva —una de las más grandes desde 2020— marca un punto de inflexión. Las elecciones legislativas de noviembre podrían verse impactadas por la respuesta de comunidades enteras que se sienten directamente atacadas por las políticas actuales.
“La calle está hablando, y lo hace con acento latino”, concluyó el politólogo Emilio Reyes. “Lo que vimos este fin de semana fue solo el comienzo de un nuevo capítulo en la resistencia civil de Estados Unidos”.