El pasado miércoles, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de nuevos aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio, y del 20% sobre otros productos provenientes de diversos países, incluyendo a los miembros de la Unión Europea y China. Esta medida ha generado una ola de reacciones y declaraciones por parte de los gobiernos afectados, quienes han expresado su descontento y han anunciado posibles represalias.
La Unión Europea (UE) no tardó en responder al anuncio de Trump. En un primer contacto entre el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, y su homólogo estadounidense, Howard Lutnick, Sefcovic calificó los aranceles como “dañinos e injustificados”. Aunque la UE mantiene abierta la vía del diálogo, ha advertido que defenderá sus intereses si las negociaciones fracasan. Se espera que el próximo miércoles, Bruselas presente una propuesta al Consejo de la UE para responder con medidas similares, lo que podría marcar el inicio de una guerra comercial.
China, por su parte, tomó represalias rápidamente. En respuesta a los aranceles estadounidenses, Pekín impuso un incremento del 34% a todas las importaciones provenientes de EE.UU., igualando las medidas impuestas por Washington. Esta acción ha intensificado las tensiones comerciales entre las dos mayores economías del mundo. El portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Guo Jiakun, urgó a Estados Unidos a cesar su “injusta” guerra arancelaria, señalando que las políticas comerciales de EE.UU. han desencadenado un colapso significativo en los mercados financieros globales. Guo instó a resolver las diferencias comerciales mediante consultas equitativas.
Canadá y México, aunque inicialmente exentos de la tasa arancelaria básica del 10%, no quedaron completamente libres de las consecuencias. Se les aplicarán impuestos del 25% a todos los productos no amparados en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Las autoridades de ambos países han declarado que revisarán cuidadosamente las medidas y responderán en caso de considerarlas una violación a los acuerdos comerciales vigentes.
En Argentina, los activos financieros sufrieron fuertes caídas debido a la aversión global al riesgo provocada por el anuncio de los aranceles. El índice S&P Merval cayó un 8,2% y el riesgo país subió a 943 puntos básicos, su nivel más alto desde noviembre. Analistas locales señalaron que este impacto responde más a un efecto contagio internacional que a debilidades internas.
España también se verá afectada, especialmente en sectores como el agroalimentario y los componentes de automoción. Los aranceles del 25% podrían dificultar seriamente las exportaciones españolas hacia Estados Unidos, generando preocupación entre empresarios y autoridades locales, quienes ya están evaluando estrategias de diversificación de mercados.
Las nuevas tarifas impuestas por la administración Trump han generado una respuesta contundente por parte de la comunidad internacional. Mientras algunos países buscan negociar y encontrar soluciones diplomáticas, otros han optado por medidas de represalia. La escalada de tensiones comerciales podría tener implicaciones significativas para la economía global en los próximos meses.