La inflación ha sido uno de los temas económicos más relevantes en Estados Unidos durante los últimos años. Aunque en 2024 los niveles comenzaron a moderarse tras picos históricos post-pandemia, muchas familias latinas siguen sintiendo los efectos acumulados en su día a día: el aumento del precio de los alimentos, la gasolina, la renta y otros productos esenciales ha golpeado con fuerza a los sectores más vulnerables.
Según el Buró de Estadísticas Laborales (BLS), en enero de 2025 la inflación anual en Estados Unidos se ubicó en 3.1%, una baja considerable respecto al 8.5% registrado en 2022, pero aún por encima de la meta del 2% fijada por la Reserva Federal. El precio de los alimentos continúa siendo uno de los rubros con mayor variación: productos como el huevo, la leche y el pan siguen costando entre 15% y 30% más que en 2020. Para muchas familias hispanas, que destinan un mayor porcentaje de sus ingresos a necesidades básicas, estos aumentos representan una carga difícil de absorber.
El impacto también se siente en los alquileres. De acuerdo con datos de Zillow y Realtor.com, la renta promedio en ciudades con alta concentración latina como Miami, Los Ángeles y Houston ha subido entre un 20% y 35% en los últimos tres años. Para trabajadores con salarios bajos o informales, esto se traduce en tener que compartir vivienda, reducir gastos esenciales o caer en moras.

La comunidad latina ha sido históricamente más vulnerable a las crisis económicas debido a la brecha salarial, la falta de ahorro estructural y el acceso limitado a servicios financieros formales. Según la Reserva Federal, el patrimonio promedio de una familia blanca en EE.UU. sigue siendo cinco veces mayor que el de una familia hispana, lo que limita la capacidad de respuesta ante la inflación o emergencias económicas.
Frente a este panorama, ¿qué estrategias pueden adoptar las familias latinas para proteger su economía?
Una de ellas es fortalecer la educación financiera. Organizaciones como UnidosUS, la Hispanic Federation y entidades locales ofrecen talleres gratuitos sobre presupuestos, ahorro, uso responsable del crédito y acceso a programas de asistencia. Informarse sobre subsidios para alimentos, asistencia de vivienda o programas estatales puede aliviar cargas temporales sin necesidad de endeudarse.
También es clave diversificar ingresos. Muchas familias han optado por emprender pequeños negocios paralelos, como ventas desde casa, servicios personales o comercio digital. Aunque no eliminan el impacto de la inflación, pueden generar un colchón financiero adicional.
A nivel macroeconómico, la Reserva Federal ha mantenido las tasas de interés altas para contener la inflación, lo que también encarece préstamos hipotecarios, tarjetas de crédito y autos. Por ello, es recomendable evitar deudas nuevas con tasas variables y negociar con los bancos condiciones más estables.
La inflación es un fenómeno complejo y multicausal, pero sus consecuencias son muy reales para millones de hogares latinos en Estados Unidos. Entender sus causas, conocer los recursos disponibles y tomar decisiones informadas es una forma de proteger el bienestar económico familiar mientras se espera una recuperación más equitativa.