miércoles, abril 23, 2025
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Fallece el Papa Francisco a los 88 años

Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano, muere a los 88 años en el Vaticano tras una larga batalla de salud. Su pontificado deja una huella de justicia social, humildad y cercanía con los más necesitados.

A las 7:35 de la mañana, hora de Roma, el Vaticano confirmó el fallecimiento del papa Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio, a los 88 años de edad. El deceso se produjo en su residencia de la Casa Santa Marta, donde pasaba sus últimos días tras haber sido dado de alta del hospital Gemelli a finales de marzo. Francisco fue el primer papa latinoamericano, el primero jesuita, y uno de los pontífices más influyentes de las últimas décadas.

El cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell, fue el encargado de anunciar formalmente su fallecimiento, como establece el protocolo. “El Santo Padre ha regresado a la Casa del Padre”, declaró con solemnidad. Con su muerte, se activa oficialmente la sede vacante y se prepara el camino hacia un nuevo cónclave.

Un final anunciado con serenidad

Francisco llevaba semanas con salud frágil. El 22 de febrero fue internado por una neumonía bilateral en el Hospital Gemelli, donde permaneció 28 días. Aunque fue dado de alta el 19 de marzo y regresó a Santa Marta, su deterioro físico era evidente. Aun así, mantuvo su compromiso con las audiencias generales y con las celebraciones litúrgicas más importantes de Semana Santa, aunque en ocasiones lo hizo sentado o con ayuda.

El papa Francisco saluda a los fieles durante una audiencia general en la Plaza de San Pedro. Su cercanía y humildad marcaron una nueva era en el Vaticano.

Su última aparición pública ocurrió apenas ayer, el 20 de abril, durante la bendición Urbi et Orbi. Se le vio delgado, agotado, pero profundamente sereno. Muchos interpretaron esa imagen como una despedida anticipada. Esta mañana, su médico personal confirmó que el pontífice falleció mientras dormía, rodeado de su equipo más cercano y con un rosario en la mano.

De Buenos Aires al mundo

Jorge Mario Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina. Hijo de inmigrantes italianos, fue técnico químico antes de ingresar al seminario. Ordenado sacerdote jesuita en 1969, fue nombrado arzobispo de Buenos Aires en 1998 y cardenal en 2001 por Juan Pablo II. Durante su etapa en Argentina, se destacó por una vida austera, viajando en metro y priorizando el contacto directo con los fieles, en especial los más pobres.

Su elección como papa el 13 de marzo de 2013 rompió con siglos de tradición europea. Con el nombre de Francisco —en honor a San Francisco de Asís— dio una clara señal de cuál sería su enfoque: humildad, cercanía y justicia social. Desde el primer momento marcó diferencia. Rechazó vivir en el lujoso Palacio Apostólico y prefirió la modesta Casa Santa Marta. Renunció a títulos pomposos y usó un lenguaje llano que conectó con millones.

Un pontificado de cambio y polémica

Francisco fue una figura de contraste. Aplaudido por su enfoque humano, también enfrentó críticas por sectores conservadores dentro del Vaticano. Promovió una reforma profunda de la Curia Romana, buscó mayor transparencia financiera y combatió la corrupción interna. En 2022, eliminó el secreto pontificio en casos de abuso sexual, una decisión histórica que fue celebrada por víctimas en todo el mundo.

El papa argentino también impulsó el papel de la mujer dentro de la Iglesia, permitiendo su acceso a ministerios laicales como el lectorado y el acolitado, aunque nunca autorizó su ordenación. Asimismo, abrió el debate sobre la inclusión de personas LGBTI, el celibato opcional y la necesidad de una Iglesia “en salida”, más misionera y menos centrada en la jerarquía.

Su encíclica Laudato Si’ (2015), dedicada al cuidado del medio ambiente, fue considerada uno de los documentos más revolucionarios de la historia moderna de la Iglesia. Allí denunció la explotación sin freno del planeta y exigió una “conversión ecológica global”.

La dimensión política de un líder espiritual

Aunque evitó respaldar abiertamente a gobiernos, Francisco fue una figura política influyente. Intervino en procesos de diálogo en Venezuela, Colombia, Sudán del Sur y Ucrania. Mantuvo relaciones complejas con China y distantes con Estados Unidos durante el mandato de Donald Trump. En América Latina, fue visto como un referente moral y una voz incómoda para regímenes autoritarios.

Su defensa de los migrantes, los refugiados, los pueblos indígenas y los trabajadores precarios lo convirtió en un referente ético para movimientos sociales y ONGs. A menudo, sus declaraciones eran incómodas para las élites, pero profundamente inspiradoras para millones.

Reacciones globales

Líderes políticos, religiosos y sociales expresaron condolencias desde todos los rincones del mundo. El presidente de Argentina, país natal del pontífice, decretó siete días de luto nacional. España anunció tres días de duelo oficial. Joe Biden, presidente de Estados Unidos y católico practicante, dijo: “El papa Francisco fue un faro de humildad, un defensor de los más vulnerables y una inspiración constante para quienes creemos en la justicia y la paz.”

Desde Moscú hasta Manila, pasando por Nairobi, Ciudad de México y Jerusalén, los mensajes de respeto no cesan. El Dalái Lama, en un comunicado oficial, destacó su “espíritu de diálogo interreligioso y su búsqueda incansable por la armonía”.

El funeral y la sucesión

El cuerpo del papa será velado en la Basílica de San Pedro durante tres días, a partir del 23 de abril. El funeral pontificio se celebrará el viernes 25 de abril, en una ceremonia que reunirá a jefes de Estado, representantes de todas las religiones y fieles de todo el mundo.

Cumpliendo su deseo, Francisco será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en una capilla sencilla, lejos de los fastos de otras tumbas papales. “Quiero descansar donde tantos han pedido consuelo a María, Madre de la Iglesia”, habría dicho en vida.

El cónclave para elegir a su sucesor comenzará entre el 6 y el 11 de mayo. Se espera una elección compleja, con candidaturas de África, Asia, América Latina y Europa compitiendo por marcar el rumbo de una Iglesia de 1.300 millones de fieles.

El legado de Francisco

Jorge Mario Bergoglio no solo fue un papa; fue un símbolo de tiempos cambiantes. Su papado representó la posibilidad de una Iglesia más humana, menos dogmática, más abierta al dolor del mundo. Con gestos simples —como lavar los pies a migrantes, abrazar a enfermos o visitar prisiones— llevó el Evangelio fuera de los muros vaticanos.

Fue un papa de gestos, de palabras sencillas y de convicciones profundas. Un reformista con alma de pastor. Para muchos, fue el “papa del pueblo”.

Con su partida, el mundo católico queda marcado por un vacío emocional y espiritual difícil de llenar. Pero su legado —de compasión, de escucha y de apertura— seguirá guiando a generaciones futuras.

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